Sarmiento, los Jesuitas, y una crítica a la Masonería.
En 1869, Domingo Faustino Sarmiento escribirá una serie de artículos masónicos que aparecerán publicados en la revista "El Progreso" bajo el pseudónimo "V". Reproducimos uno de ellos, no tanto por el consabido enfrentamiento entre jesuitas y masones de la época, sino por la interesante reflexión que hace el autor sobre la masonería, la cual estimo de gran actualidad para estas tierras.
JESUITAS Y MASONES
Con este título ha publicado nuestro
cólega La República un artículo que
nos apresuramos á transcribir atendida la lucha que se ha inaugurado entre los
hipócritas secuaces de Loyola y los Francmasones.
Hé aquí las palabras del citado
diario:
"Cuando el rio suena...
El rio es el público y lo que suena
es lo que el público dice, y lo que dice el público es que mientras los unos
gritan los otros trabajan; mientras los enemigos del oscurantismo combaten por
la prensa á sus sectarios, estos trabajan y siguen su camino callandito.
Hé aquí lo que suena!
Que los Jesuitas tienen imprenta
para imprimir escritos destinados los unos á mantener el fanatismo de las
masas y los otros para defender sus doctrinas.
Que ya no son bastante capaces los
establecimientos de enseñanza que dirijen abierta ó solapadamente, para
contener á tanto niño como han sabido conquistar de sus padres ó tutores para
sus escuelas.
Que sin embargo, no descansan en su
tarea de hacer prosélitos, preparando el ánimo de los padres de familia, para
que manden sus hijos á sus establecimientos, en cuanto haya lugar ó en seguida
que otros nuevos se habiliten para su enseñanza.
Que pronto darán á luz y circularán
gratis miles de ejemplares de un folleto en que se intenta combatir á la
masoneria, con antiguos y conocidos argumentos de grande golpe escénico para
las inteligencias bienaventuradas por su pobreza de espíritu.
Sea de ello lo que de cierto fuere,
diremos que á fuer de liberales no combatimos el que posean imprenta, ni aun
con el objeto que se dice ellos se proponen, por que la libertad de imprenta
nos permite también á nosotros abogar por la ilustracion y defenderlas
doctrinas liberales en oposicion á su objeto y doctrina.
Lamentamos que haya gente bastante
débil para dejarse seducir por sus hipócritas sermones, puesto que con su
debilidad le obligan á tomar mas cuerpo, hasta el estremo de que ya no quepa
en sus establecimientos el considerable número de inocentes criaturas que
incautamente se confian á su enseñanza.
No estrañamos que procuren por
cuantos medios esten á su alcance la a dquisicion
de prosélitos para la Compañía de Jesús.
Lo que nos maravilla, lo que nos
arranca una sonrisa, es que se propongan combatir á la masoneria con la
circulacion de un folleto que no añada ninguna otra impertinencia nueva, á las
infinitas que se han publicado ya, en contra de esa institucion.
¿Qué aliciente puede tener esa
publicacion, desde que todo el mundo sabe hasta el hastio que nada significan,
que no conducen, que no pegan?
Si felizmente hubiesen inventado
nuevas calumnias, nuevas descripciones fantasmagóricas, alguno que otro hecho
irrecusable que acusase de inmoralidad, de principio anárquico á la masoneria;
se comprende que pudiera inspirar su lectura a lgun
interés.
Pero, volver á repetir trapos viejos
sin valor y sin importancia, es hacer á sabiendas un ridiculo, un tristisimo
papel.
A fé, señores jesuitas, que si
escudriñaran bien y reflexionáran mejor, no les habia de faltar, como
vulgarmente se dice, mucha tela que cortar; porque como lo hemos dicho ya
varias veces, asi como los masones de veras saben que al combatir al
jesuitismo combaten un cuerpo peligroso, este sabe, porque allí ha penetrado
sin grande esfuerzo, que al combatirla, combate una sombra, que aun cuando se
la quiera comparar con una espada, es como las de carton que ni pinchan ni
cortan.
Ah! cuan pocos serian sus prosélitos
si la masonería trabajase como era de esperar de sus principios.
No seria por cierto el jesuitismo
quien solamente tuviera imprenta especial para defender sus doctrinas, quien
tuviera escuelas y muchos alumnos, y quien circulara miles de folletos para
hacer comprender con nuevas demostraciones, la perjudicial existencia de la
Compañia de Jesús en una sociedad.
No seria por cierto el jesuitismo
quien penetrara en sus lójias ni quien hiciera los aspavientos que se propone
hacer, tal vez en la creencia de que así va á darle el golpe de gracia, porque
no otra cosa parece estar deparada para una institucion que se limita á
vejetar, haciendo alguna que otra limosna, practicando ceremonias y dándose
cierto aire de razonadora por medio de disertaciones sobre asuntos que no son
de grande interés inmediato, y de una manera que no alcanza, ni alcanzar puede
á ejercer influencia en la opinion pública.
Para que la masoneria pudiera ser lo
que debe, sería necesario que se operase en su seno una gran revolucion; que se
reconstituyese bajo principios democráticos que alejaran de su seno el afan de
adquirir grados mas ó menos absurdos por las distinciones y prerogativas que
importan, y por la inesplicabilidad de los principios y doctrinas que
representan en abierta oposicion con los fundamentales de la Orden y que se
revelan contra el sentido comun, como lo son casi todos los superiores á los
tres primitivos.
Sería necesario que abrazase un
cuerpo de doctrina racional, á la a ltura
del siglo, que representara las aspiraciones de la filosofia moderna, y que
con aquella constitucion y con estos principios, limitara el número de sus
adeptos solamente en aquellos que las abrazaran con fé y firme voluntad de
realizarlas en el terreno práctico de sus tareas; que en consecuencia
mantuviera escuelas públicas gratis de primera enseñanza, cátedras públicas
donde se esplicaran á la juventud las ciencias naturales, la filosofía, la
literatura y la moral social, segun el criterio racionalista fundamental de la
institucion; que fundara una casa de enseñanza industrial para huérfanos, que
transformara sus considerables ingresos en elementos de crédito para fomentar
el trabajo entre aquellos de sus miembros aptos y necesitados de ello; que
circulara un diario defensor de sus
doctrinas, propagador de conocimientos útiles á todas las clases, en todos los
ramos del saber y de las necesidades de la vida; que inspirara interés el ser
miembro de la Orden, que fuese en fin, una fuerza moral, poderosa, que de una
manera práctica y ostensible desmintiera las acusaciones que se le dirijen, de
ser, cuando menos, una espada de carton.
No siendo todo esto la masoneria y
sabiéndolo los jesuitas, no puede considerarse su empeño sino como un inocente
pasatiempo; dispararle tiros á una sombra!
Si la masonería es un cadáver, á qué
pincharlo?
Por lo contrario, si el jesuitismo
hace daño, porque no se reviste la masoneria de todo el valor necesario para
constituirse, organizarse y trabajar, como hemos indicado, para combatir con
ejemplos prácticos, públicos y eficaces ese mal?
Cuando aquel toma la cosa á lo
cómico y esta no lo toma á lo serio, puede asegurarse que la sombra se irá
desvaneciendo y que los satélites de Loyola conseguirán su fin.
Sin embargo, aun es tiempo, si hay
masones que tengan bastante alma para iniciar y llevar á cabo la revolucion
que debe rejuvenecer y dar mayor respetabilidad, utilidad é importancia á la
orden.
V.
Sabias palabras que en contextos presentes no pierden actualidad. Ricardo Macri.
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