BRISTOL Y SU IMPORTANCIA PARA LATINOAMÉRICA




               
                No hace más de una semana que el trabajo minucioso de los Hermanos Saúl Apolinaire y Víctor Guerra sobre el ritual de Bristol llegó a mis manos. En pocos días lo leí con el frenesí que la ansiedad requería, previendo acertadamente que se convertiría en un libro de relectura y consulta asidua.

              Para quienes provenimos de masonerías latinoamericanas, poco propensas a cuestionarse sobre el origen real y no mítico de sus fuentes rituálicas, de sus tradiciones particulares y siempre dóciles a cierto canon pétreo de una bibliografía desteñida, un libro de esta naturaleza no puede sino ser vitoreado como una brisa fresca y auspiciosa para inquietudes vivas.

                Alguna particularidad vinculada a sus autores constituye una pista no menor de una trama que puede (aunque no quisiera llevarme por un excesivo entusiasmo) llegar a desarrollarse y ramificarse en la masonería hispano hablante de América: uno de sus autores es Asturiano y el otro Marplatense. Un lazo fraterno que, a través de una investigación de rigor, ha unido extremos geográficos cuya lengua común aparece siempre desfavorecida en materia de bibliografía masónica de rigor. Cuando uno lee los catálogos de obras masónicas en castellano puede apreciar que en su mayoría constituyen materiales de una espiritualidad cercana al new age, ensayos subjetivos de tintes apologéticos o francamente propagandísticos cuando no, en el peor de los casos, sumas de supercherías de nulo rigor intelectual. Cómo no festejar entonces esta publicación que tanto bien puede generar en la masonería de habla castellana de América.

                Otra particularidad augura una no menor satisfacción: uno de sus autores ha crecido y se ha especializado en el rito moderno. El otro, formado en el rito escocés antiguo y aceptado predominante en la masonería argentina, se interesó tanto por el rito moderno como por el rito de emulación a los fines de entender cabalmente ese raro escocismo anclado en Sudamérica que, en sus grados simbólicos, de país a país parece en ocasiones sólo tener en común su algo desmesurada denominación. Dicha inquietud honesta y desdogmatizada garantiza una objetividad que puede uno percibir en el transcurrir de la lectura, con la declarada intención de no querer ser la última palabra dicha en la materia: modestia que siempre es de agradecer en los autores masónicos.

                Pero hay una particularidad que, a mi modo de ver, merece ser tenida como asaz valiosa por los latinoamericanos. Tras la declarada intención de querer revisar un viejo ritual del Siglo XVIII a los fines de establecer si su espíritu se corresponde con las tradiciones de los Modernos o de los Antiguos, los autores nos despiertan la enorme curiosidad de querer ahondar más en dichas vertientes rituálicas a los fines de poder mirar con nuevos ojos la historia de la masonería y, por qué no (se me disculpe tamaña traspolación), los rituales que practicamos en el seno de nuestras logias para poder comprobar que los mismos distan bastante de obedecer a tradiciones perennes de tiempos noaquitas o salomónicos, ni mucho menos ser el resultado coherente de tradiciones exclusivas y monolíticas. Cierta promiscuidad rituálica, propia de los encuentros y desencuentros de las distintas variantes masónicas en Latinoamérica se puede trazar figurativamente en paralelo a las masonerías irlandesas e inglesas cuyo comercio geográfico prohijó el viejo ritual de Bristol que Apolinaire y Guerra han traducido y analizado minuciosamente. ¿No será hora de que los masones hispanoamericanos nos demos a la tarea de releer nuestros rituales y trazar un adn de nuestras identidades, no para depurarlas con afán de Torquemadas, sino para festejar la riqueza de las mismas y abrirnos al conocimiento de todas las diferentes tradiciones que han forjado ese esmerado hábito teatral en que enmarcamos nuestros tiempos de encuentro? ¿No será hora de empezar a vislumbrar que bajo el pretexto de pretendidas tradiciones no se han encumbrado más que cuestiones de políticas obedienciales de coyuntura? ¿No será tiempo de revisar las cuestiones referidas a la regularidad desde una óptica más cercana al rigor histórico que a los devaneos circunstanciales de nuestras superestructuras obedienciales?

            Por lo dicho, la lectura de este valioso trabajo de investigación conjunta de dos Queridos Hermanos no sólo nos proporciona un cúmulo de informaciones que nos abren a horizontes poco explorados por nuestra masonería latinoamericana, sino que nos induce a mirar con otros ojos nuestras prácticas rituales. Que un libro por si sólo produzca semejante resultado es algo que ciertamente debe ser altamente valorado.


           Un último detalle: el Querido Hermano Apolinaire pasó al Oriente Eterno en el 2015. El Querido Hermano Guerra completó los trabajos. El resultado es un libro de investigación que, a más mentas, constituye un símbolo de fraternidad tangible y emotivo.


Título del Libro: BRISTOL - Un ritual inglés del siglo XVIII - 
Autores: Saúl Apolinaire, Víctor Guerra
Edición: Masónica.es, España, 2017
Prólogo: Alberto Moreno Moreno
Epílogo: Joaquim Villalta






Comentarios

Entradas populares de este blog

1; 2; 3… Del Uno al número y del número a la Masonería...

EL DEBER: KANT Y MASONERIA.

Platón y Masonería: de los opuestos al necesario retorno a una masonería mítica.